Brucelosis humana
La brucelosis es una enfermedad bacteriana que puede transmitirse al
ser humano por animales infectados, sobre todo cabras y ovejas. Conoce sus
factores de riesgo y las medidas preventivas para evitar contagios.
1. Qué es la brucelosis
2. Síntomas de la brucelosis
3. Diagnóstico de la brucelosis
4. Tratamiento de la brucelosis
5.
Prevención de
la brucelosis
¿Qué es la brucelosis?
La brucelosis es
un conjunto de enfermedades causadas por una bacteria perteneciente al género
denominadoBrucella. Se trata de una enfermedad
antropozoonótica, es decir, es una enfermedad que puede ser transmitida a los
humanos por diversos animales vertebrados. Podría decirse que el ser humano no
es en realidad el objetivo de este grupo de bacterias, sino que su infección es
un accidente en la cadena epidemiológica (camino que sigue el agente patógeno desde
su hábitat natural hasta el hospedador susceptible), puesto que su huésped
habitual suelen ser otros mamíferos (ganado ovino, bovino, caprino, porcino,
perros, cetáceos, etcétera).
En humanos se
han dado casos de infección por B. melitensis, que originalmente
afecta sobre todo a cabras y ovejas, y que es la responsable de la mayoría de
los casos observados en España. B. abortus, que afecta al ganado
bovino; en humanos suele presentarse como una patología asintomática. Y B.
suis aparece en ganado ovino y porcino; el porcentaje de infección en
humanos es bastante bajo.
Cómo se contrae
la brucelosis
El contagio de la brucelosis (también
conocida como fiebre de Malta o mediterránea, fiebre ondulante o enfermedad de
Bang) suele darse por contacto con fluidos provenientes de algún animal
infectado (sangre, orina, heces, fluidos vaginales, fetos abortados, placenta)
y debido al consumo de productos de origen animal infectados, principalmente
leche cruda o productos lácteos elaborados con leche cruda.
Por lo general, no suelen darse casos
de contagio persona a persona, solo se han podido detectar en circunstancias
determinadas como trasplantes con órganos infectados, contacto sexual con un
individuo enfermo, o un bebé lactante amamantado por una madre infectada.
Las vías de contagio, es decir, el
lugar por donde la bacteria penetra en el organismo una vez ha establecido
contacto con el individuo, suelen ser la boca, nariz, ojos y zonas lesionadas
en la piel (cortes, heridas, etcétera). La ingesta de un producto infectado
suele ser la forma más común de contagio no relacionado con el entorno laboral.
Síntomas de la brucelosis
El periodo de incubación de la
brucelosis puede ser muy variable, desde cinco días hasta varios meses. Lo más
común es que los primeros síntomas comiencen a observarse entre 10 y 30 días
tras la exposición al patógeno.
Los síntomas
de brucelosis pueden ser muy distintos en cada individuo, dándose
incluso casos asintomáticos.
El camino que sigue la bacteria tras
penetrar en el organismo tiene su primera parada en los ganglios linfáticos; si
en este punto las defensas del individuo no son capaces de eliminar al
patógeno, este se multiplicará y pasará al torrente sanguíneo. En este momento
podrán observarse los síntomas típicos de la etapa aguda de la enfermedad. Lo
más común y característico de dicha etapa es la aparición de fiebre de hasta
38ºC que dura varios días, tras los cuales desciende, apareciendo
posteriormente en oleadas y acompañada de sudoración profusa, desproporcionada
con el estado febril y normalmente en las horas nocturnas, y dolores
articulares, musculares o neurológicos. El paciente puede presentar un estado
de cansancio continuo y, en muchas ocasiones, estreñimiento. A esto se le
pueden sumar síntomas poco específicos como fatiga, dolor de cabeza o pérdida
de peso.
Una vez en la sangre la bacteria tendrá
acceso a diversos órganos y tejidos del cuerpo, adquiriendo
localizaciones focales:
·
Orquiepididimitis: inflamación del testículo y del
epidídimo (conducto que conecta el testículo con los conductos deferentes). Ocurre en cinco de cada 100 pacientes varones.
·
Afectaciones focales del sistema osteoarticular:
·
Sacroileítis: inflamación de la articulación sacroilíaca,
articulación situada entre el hueso sacro y el ilion del hueso coxal, en la
parte final de la espalda.
·
Espondilitis: inflamación de las articulaciones de la columna
vertebral. Da lugar a dolores lumbares,
rigidez, etcétera.
·
Bursitis: inflamación de la bursa, estructura situada entre
los huesos, tendones y músculos, y cuya función consiste en facilitar el
movimiento de estas estructuras evitando el rozamiento entre ellas.
·
Tenosinovitis: inflamación de la vaina que recubre un tendón.
·
Granulomatosis hepática: lesión inflamatoria que da lugar
a una masa o granuloma conformado por la acumulación de células del sistema
inmune.
·
Neumopatía brucelar: conjunto de trastornos pulmonares
que pueden incluir diversos síntomas.
La llegada de
las bacterias al sistema nervioso central y la endocarditis (inflamación del endocardio,
pared interna del corazón) son las complicaciones de la brucelosis más
graves; éstas, al igual que los casos de lesiones dermatológicas, son bastante
raras y suelen darse principalmente en individuos que están continuamente
expuestos al patógeno debido a su ocupación laboral.
La brucelosis
tiene una elevada tendencia a producir recidivas (reaparición
de los síntomas), sobre todo en los tres meses posteriores a la enfermedad y en
los casos que no han sido tratados. Algunos individuos pueden llegar a sufrir
dolencias derivadas de la enfermedad durante años, dando lugar a un cuadro
crónico que derivará en una disminución de la función músculo esquelética,
alteraciones neurovegetativas, parestesia (sensación alterada de los sentidos
que se manifiesta en forma de hormigueos, adormecimiento, etcétera) y dolores
articulares.
Diagnóstico de la brucelosis
Dada la gran variedad de síntomas que puede
producir la brucelosis, la detección de la enfermedad no es siempre fácil. Los
datos aportados por el paciente acerca de su ocupación laboral y la zona donde
reside o trabaja pueden ser de mucha ayuda para determinar el diagnóstico. En
las zonas endémicas, los profesionales sanitarios están familiarizados con este
tipo de casos y, por tanto, el diagnóstico suele ser rápido y certero. Esta
distribución localizada de la enfermedad supone una desventaja en las zonas
donde la brucelosis no aparece de forma habitual, puesto que las pruebas diferenciales
para esta afección no se realizan de forma rutinaria, y los casos tienden a
detectarse cuando la enfermedad está ya bastante avanzada.
El análisis de laboratorio es una prueba
imprescindible en la búsqueda de indicios de brucelosis, ya que permitirá conocer
a ciencia cierta cuál es el agente causante de la patología (en caso de que
este sea un agente bacteriano). El procedimiento consiste en tomar una muestra
de sangre y realizar con ella un cultivo, es decir, mantener la muestra
en unas condiciones concretas que hagan posible el crecimiento de la bacteria.
Esto permite, en primer lugar, determinar la presencia/ausencia de bacterias en
la sangre.
Si aparecen
colonias (agrupaciones de bacterias que aparecen en el medio cuando hay
crecimiento), se podrá determinar si estas pertenecen a Brucella, según sus
características de color y forma. Posteriormente puede tomarse una muestra de
las bacterias cultivadas y observar al microscopio su morfología, que será
comparada con la del patógeno sospechoso. Se pueden realizar además una serie
de pruebas bioquímicas que aportarán datos adicionales para la confirmación del
diagnóstico de brucelosis.
Tratamiento de la brucelosis
El
tratamiento de la brucelosis consiste en la administración de una combinación de antibióticos.
Ningún antibiótico elimina por sí solo la infección de forma eficaz. Antes de
aplicar cualquier tratamiento, el médico debe identificar el alcance de la
infección, es decir, debe valorar la presencia de localizaciones focales y
complicaciones como meningoencefalitis o endocarditis; en este último caso, al tratamiento con la
medicación habitual (rifampicina y doxiciclina) se le añadirá un tratamiento
con un tercer antibiótico (normalmente tetraciclina o un aminoglucósido).
El objetivo del tratamiento es, además de reducir
el periodo sintomático de la enfermedad, evitar la aparición de complicaciones
tales como la localización focal de la patología, y disminuir al máximo la
aparición de recidivas.
La duración
recomendada del tratamiento de la brucelosis es de un mínimo de seis semanas; en los
casos que presentan localizaciones focales, puede prolongarse algo más en
función de la evolución de los síntomas.
Como todos los tratamientos de larga duración, el
de la brucelosis presenta el problema del abandono del mismo. Es de suma
importancia llevar a cabo el proceso completo ya que, si ya de por sí esta
enfermedad presenta una alta tasa de aparición de recidivas, un seguimiento
incompleto del tratamiento equivaldrá prácticamente a la ausencia del mismo.
En los
pacientes que cumplen con las dosis y el periodo prescritos la aparición de
recidivas depende sobre todo de la presencia de localizaciones focales. La
medicación que se aplicará en el caso de que se presente una recidiva será la
misma que la del tratamiento inicial, dado queBrucella tiene la característica (al
menos por el momento) de no presentar resistencias a ninguno de los
antibióticos empleados para combatirla (en ocasiones las bacterias se hacen
resistentes a antibióticos a los que han sido expuestas previamente).
Prevención de la brucelosis
España es uno de los países con más
casos de brucelosis al año, es considerada aún endémica, y los costes
económicos derivados de su control y tratamiento suponen un gran gasto
sanitario. La mayoría de estos casos aparecen entre individuos relacionados con
determinados sectores profesionales (grupos de riesgo), como son los pastores,
ganaderos, trabajadores de mataderos, carniceros, veterinarios y personal de
laboratorio. Por ello, es de especial importancia el control a distintos
niveles en los respectivos lugares de trabajo.
Un método de prevención adecuado deberá
incluir medidas, dirigidas por un lado a minimizar las situaciones de riesgo
localizadas principalmente en los lugares de trabajo y, por otro lado, a tratar
de incrementar la inmunidad. Para lograr esto deben aplicarse medidas a dos
niveles; en primer lugar deben prevenirse en lo posible los casos de brucelosis
en animales y, en segundo lugar, debe prevenirse la aparición de casos de
brucelosis en humanos.
Para evitar la aparición de la
enfermedad y el contagio en animales pueden realizarse diversas acciones:
·
Asegurarse de que la población ganadera se encuentra sana
mediante la observación de las hembras preñadas (la presencia de abortos es uno
de los indicios más comunes de la enfermedad en los animales), análisis de
muestras de abortos, cuarentena de animales nuevos, establecimiento de
programas de vacunación, y controles periódicos mediante test bioquímicos que
permitan el diagnóstico precoz.
·
Higiene de material de laboratorio (desinfección de
tijeras, guantes, etc.) y de locales. Las salas de partos o de tratamiento de
material de origen animal, deben tener unas características que faciliten su
limpieza (las paredes deben estar preferentemente revestidas de baldosines).
·
Deben evitarse abrevaderos y comederos comunes, pues
incrementan el riesgo de contagio.
·
Desinfección del personal a la entrada y salida de la explotación.
En lo referente al contagio humano:
·
Educación sanitaria. Una población bien informada acerca
de los factores de riesgo y medidas preventivas es fundamental para evitar
futuros contagios.
·
Control de la calidad de los productos lácteos. En caso
de que se consuman productos caseros no sometidos a un proceso industrial, es
recomendable hervir la leche antes de su ingesta.
·
Los ganaderos deben evitar la tendencia de acumular los
restos y deshechos derivados de la labor en zonas próximas a la vivienda, ya
que las bacterias presentes en el polvo y transportadas por el viento pueden
llegar fácilmente a la casa.
·
Utilizar prendas protectoras por parte de los
profesionales expuestos a Brucella, como guantes que cubran todo el antebrazo,
botas altas de goma, mandiles, monos y mascarillas. Las prendas deben ser de
materiales fáciles de limpiar y desinfectar, o bien tratarse de prendas
desechables.
·
Adecuada higiene personal, antes y después de la jornada
laboral.
·
Vacunación, no existe aún una vacuna cuya eficacia haya
sido probada en un porcentaje que asegure su fiabilidad, pero actualmente se
están llevando líneas de investigación en este sentido en diversos
laboratorios.
EL colera
Tratamiento del cólera
En realidad, la
bacteria responsable del cólera es bastante fácil de eliminar con el uso de
antibióticos cuya seguridad y eficacia han sido comprobadas, y cuya
distribución en los países desarrollados está totalmente garantizada.
Algunos de estos antibióticos efectivos contra el bacilo
son: azitromicina (macrólido), ciprofloxacino (quinolona), doxiciclina
(tetraciclina) o co-trimoxazol (sulfamida). Todos ellos de fácil acceso y ampliamente utilizados
en países avanzados. El médico será el encargado de prescribir el más adecuado
en cada caso, junto con la dosis necesaria; y el farmacéutico le facilitará
toda la información que requiera para garantizar que el medicamento es efectivo
al 100%.
Evidentemente, junto al tratamiento antibiótico del
cólera, es tanto o más importante el tratamiento sintomático; en este caso,
previniendo la deshidratación secundaria a vómitos y diarrea. Para esto, los
preparados con sales de rehidratación oral son muy utilizados. En el hospital,
sin embargo, si la deshidratación es muy importante, pueden optar por
administrar al paciente suero fisiológico o glucosado por medio de una aguja.
SEPSIS
Sepsis
Es una
enfermedad en la cual el cuerpo tiene una respuesta grave a bacterias u
otros microorganismos.
Esta respuesta
se puede denominar síndrome de respuesta inflamatoria sistémica (SRIS).
Causas
Los síntomas de
la sepsis no son causados por los microorganismos en sí. En vez de esto,
productos químicos que libera el cuerpo causan la respuesta.
Una infección bacteriana en cualquier lugar del cuerpo
puede activar la respuesta que conduce a la sepsis. Los sitios comunes donde una
infección podría comenzar abarcan:
- El torrente sanguíneo
- Los huesos (común en los niños)
- El intestino (generalmente se ve con peritonitis)
- Los riñones (infección de las vías urinarias altas
o pielonefritis)
- El revestimiento del cerebro (meningitis)
- El hígado o la vesícula biliar
- Los pulmones (neumonía
bacteriana)
- La piel (celulitis)
En pacientes
hospitalizados, los sitios comunes de infección incluyen las vías intravenosas, las heridas
quirúrgicas, los drenajes quirúrgicos y los sitios de ruptura de la piel
conocidos como úlceras o escaras de decúbito.
Síntomas
En la sepsis,
se presenta una caída de la presión arterial, ocasionando shock. Los sistemas corporales y órganos principales,
incluidos los riñones, el hígado, los pulmones y el sistema nervioso central,
dejan de funcionar apropiadamente debido a una circulación insuficiente.
En general, los
síntomas de sepsis pueden abarcar:
- Escalofríos
- Confusión o delirio
- Fiebre o
temperatura corporal baja (hipotermia)
- Mareo debido a hipotensión
arterial
- Latidos
cardíacos rápidos
- Temblor
- Erupción
cutánea
- Piel caliente
También se
puede presentar sangrado o hematomas.
Pruebas y
exámenes
Una persona con
sepsis lucirá muy enferma.
La infección se confirma generalmente por medio de un
examen de sangre; sin embargo, éste puede no revelar infección en personas que
han estado recibiendo antibióticos. Algunas infecciones que pueden causar
sepsis no se pueden diagnosticar por medio de exámenes de sangre.
Otros exámenes
que se pueden hacer abarcan:
- Fórmula
leucocitaria
- Gasometría arterial
- Pruebas de la función renal
- Conteo de plaquetas y productos de degradación de la fibrina para
verificar riesgo de sangrado
- Conteo
de glóbulos blancos
Tratamiento
Si usted tiene
sepsis, lo hospitalizarán por lo general en una unidad de cuidados intensivos
(UCI). Los antibióticos por lo regular se administran por vía intravenosa (IV).
Se puede
administrar oxígeno y grandes cantidades de líquidos intravenosos. Otros tratamientos médicos pueden
abarcar:
- Medicamentos que aumenten la presión arterial
- Diálisis si hay insuficiencia
renal
- Un respirador (ventilación mecánica) si se presenta
insuficiencia pulmonar
Expectativas
(pronóstico)
La sepsis a
menudo es potencialmente mortal, sobre todo en personas con un sistema
inmunitario debilitado o con una enfermedad prolongada (crónica).
El daño causado
por una disminución en el flujo sanguíneo a órganos vitales como el cerebro, el
corazón y los riñones puede tomar tiempo para mejorar. Puede haber problemas a
largo plazo en estos órganos.
No todos los
pacientes sobreviven a un episodio de sepsis.
Prevención
El riesgo de
sepsis se puede reducir siguiendo el esquema de vacunación recomendado.
En el
hospital, el lavado cuidadoso de las manos y el cuidado apropiado de las
sondas vesicales y las vías intravenosas pueden ayudar a prevenir las
infecciones que llevan a que se presente sepsis.
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