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sábado, 16 de noviembre de 2013

Grupo 5 Virus del Herpes Simple

 Virus del Herpes simple





Definicion  
Los virus del herpes simple ([herpes simplex virus, HSV]-1, HSV-2; Herpesvirus 
hominis) producen diversas infecciones que afectan a las superficies 
mucocutáneas, al sistema nervioso central (SNC) y, en ocasiones, a algunas 
vísceras. La identificación y el tratamiento inmediatos disminuyen la morbilidad y 
la mortalidad por infecciones por virus del herpes simple. 

Agente causal 
El genoma del HSV es una molécula de DNA de doble cordón, lineal (peso 
molecular aproximado de 100 x 106 U), que codifica más de 90 U de 
transcripción, con 84 proteínas identificadas. Las estructuras genómicas de los 
dos subtipos de HSV son similares, y la homología global de secuencia entre el 
HSV-1 y el HSV-2 es de aproximadamente 50%. Las secuencias homólogas están 
repartidas por todo el mapa genómico, y la mayor parte de los polipéptidos 
especificados por un tipo viral tiene relación antigénica con los polipéptidos del 
otro tipo. Sin embargo, existen muchas regiones específicas de tipo que son 
exclusivas de proteínas del HSV-1 y del HSV-2, y muchas de ellas parecen ser 
importantes en la inmunidad del hospedador. Estas regiones específicas de tipo 
se han utilizado para desarrollar análisis serológicos que permiten diferenciar los 
dos subtipos virales. Puede emplearse análisis de endonucleasas de restricción 
del DNA viral o dilucidación de la secuencia de DNA para distinguir los dos 
subtipos y las cepas de cada subtipo. La variabilidad en las secuencias de 
nucleótidos que presentan las cepas de HSV-1 y HSV-2 aisladas en muestras 
clínicas es tal que las cepas de HSV de dos individuos pueden diferenciarse por 
sus patrones de enzimas de restricción, salvo que los aislamientos procedan de 
fuentes relacionadas desde el punto de vista epidemiológico, como son parejas 
sexuales, parejas madre-hijo o brotes epidémicos de origen común. 
El genoma viral está envuelto en una cápsula proteínica de forma icosaédrica 
regular (cápside) formada por 162 capsómeras. La cubierta externa del virus es 
una membrana con lípidos (envoltura) que deriva de la membrana celular 
modificada y que se adquiere a medida que la cápside, que contiene DNA, surge 
a través de la membrana nuclear interna de la célula hospedadora. Entre la 
cápside y la bicapa lipídica de la envoltura se halla el tegumento. La replicación viral consta de una fase nuclear y una fase citoplásmica. La unión y la fusión 
entre la cubierta vírica y la membrana celular entrañan la participación de 
algunos receptores superficiales heparinoides de distribución amplia. La 
replicación del HSV está sometida a una intensa regulación. Tras la fusión de la 
envoltura del virión con la membrana de la célula hospedadora se liberan 
diversas proteínas del virión HSV. Algunas interrumpen la síntesis de proteínas 
del hospedador (aumentando la degradación del RNA celular), mientras que otras 
"activan" la transcripción de genes incipientes de la replicación del HSV. Estos 
productos génicos incipientes, denominados genes alfa, son necesarios para la 
síntesis del subsiguiente grupo polipeptídico, los polipéptidos beta, muchos de los 
cuales son proteínas y enzimas reguladoras necesarias para la replicación del 
DNA. La mayor parte de los fármacos antivirales interfiere en las proteínas beta, 
como la enzima DNA polimerasa viral. La tercera clase (gamma) de genes del 
HSV necesita que se produzca la replicación del DNA viral para su expresión y 
constituye la mayor parte de las proteínas estructurales especificadas por el virus. 
Tras la replicación del genoma viral y la síntesis de proteínas estructurales, las 
nucleocápsides se ensamblan en el núcleo de la célula. La envoltura se forma al 
surgir las nucleocápsides desde la membrana nuclear interna hacia el espacio 
perinuclear. En algunas células, la replicación viral dentro del núcleo forma dos 
tipos de cuerpos de inclusión: los cuerpos de tipo A, basófilos, Feulgen-positivos, 
que contienen DNA viral, y un cuerpo de inclusión eosinófilo carente de ácido 
nucleico o de proteínas virales que representa una "cicatriz" de la infección viral. 
A continuación, los viriones son transportados por el retículo endoplásmico y el 
aparato de Golgi hasta la superficie celular. 
La infección de algunas neuronas por el HSV no provoca la muerte celular. En su 
lugar, los genomas virales permanecen en la célula en un estado reprimido, 
compatible con la supervivencia y la conservación de las actividades normales de 
la célula, estado que recibe el nombre de latencia. La latencia se vincula con la 
transcripción de sólo un número limitado de proteínas codificadas por el virus. 
Más tarde, el genoma viral puede activarse, lo que da lugar al patrón normal de 
expresión viral regulada, replicación y liberación del HSV. La liberación del virus desde las neuronas y la subsiguiente entrada del mismo en las células epiteliales 
determina la replicación viral y la reaparición del virus en las superficies de las 
mucosas. Este proceso se denomina reactivación. Aunque rara vez se aíslan virus 
contagiosos en los ganglios sensoriales o autónomos del sistema nervioso de 
cadáveres, la conservación y el desarrollo de células nerviosas en cultivos de 
tejidos inducen la formación de viriones contagiosos (explante) y la infección 
opcional subsiguiente de las células vulnerables (cocultivo). No se conocen en 
detalle los mecanismos por los cuales se establece, conserva o recupera la 
latencia. En el núcleo de neuronas con infección latente aparecen 
abundantemente dos transcriptos de RNA "vinculados con la latencia" que se 
superponen en los productos génicos tempranos inmediatos (alfa) llamados ICPO. 
Se han obtenido mutantes por deleción de tal región, que pueden tornarse 
latentes. Sin embargo, disminuye la eficiencia de su reactivación ulterior; sobre 
tal base, los transcriptos antisentido pudieran intervenir para conservar la 
latencia y no para iniciarla o establecerla. Los datos obtenidos de modelos 
animales sugieren que la inmunidad en que intervienen los linfocitos T específicos 
de HSV pueden influir en el proceso de reactivación en las neuronas. En la 
actualidad no se cuenta con estrategias para interrumpir la latencia o conservarla 
a nivel molecular en dicha célula. En animales de experimentación, producen la 
reactivación la luz ultravioleta, la inmunodepresión sistémica y local y el 
traumatismo de la piel o los ganglios. 

Patogenia 
La exposición de las superficies mucosas o zonas de excoriación cutánea al HSV 
permite su penetración y el comienzo de su multiplicación en células de la 
epidermis y la dermis. Por lo común, las infecciones por dicho virus se contagian 
a nivel subclínico. Tanto la forma clínica como la subclínica se vinculan con una 
replicación viral suficiente como para infectar las terminaciones nerviosas 
sensoriales o autónomas. Al penetrar en la neurona, el virus (o lo que es más 
probable, la nucleocápside) es transportado intraaxonalmente hasta los cuerpos 
de las neuronas ganglionares. En el ser humano, se desconoce el tiempo que 
transcurre entre la inoculación del virus en los tejidos periféricos y su 
propagación hasta los ganglios. Durante la primera fase de la infección, la 
replicación viral se produce en los ganglios y el tejido nervioso vecino. Luego, los 
virus se diseminan por otras superficies mucocutáneas gracias a la emigración 
centrífuga de viriones infecciosos a lo largo de los nervios sensoriales periféricos. 
Esta forma de diseminación del virus contribuye a explicar la extensa superficie 
afectada, la gran frecuencia de nuevas lesiones alejadas del brote inicial de 
vesículas tan características de los enfermos con herpes genital o bucolabial 
primario y el aislamiento del virus en el tejido nervioso alejado de las neuronas 
que inervan el lugar de inoculación. También puede haber diseminación por 
contigüidad de los virus inoculados localmente, lo que permite la extensión 
posterior de la enfermedad en las mucosas. 
El análisis del DNA de cepas de HSV aisladas en forma seriada o de 
microorganismos obtenidos de múltiples ganglios infectados en cualquier 
persona, ha indicado perfiles de secuencias de DNA o de endonucleasa restrictiva 
similares y quizá idénticos en casi todas las personas. A veces (con mayor 
frecuencia en personas inmunodeficientes), en una sola persona se detectan múltiples cepas del mismo subtipo vírico. La exposición a virus que sedesprenden de la mucosa es relativamente frecuente en la vida de un indivìduo,razón por la cual los datos mencionados sugieren que es posible la infecciónexógena con diferentes cepas del mismo subtipo, aunque muy ocasional. 

Inmunidad 
Las respuestas del hospedador ante la infección influyen en la adquisición de la 
enfermedad, su gravedad, la resistencia a la aparición de la latencia y la 
conservación de ésta, y la frecuencia de las recidivas. Tanto la inmunidad por 
anticuerpos como la mediada por células son importantes desde el punto de vista 
clínico. Los enfermos inmunodeprimidos con defectos en la inmunidad celular 
sufren infecciones por el HSV más graves y extensas que quienes padecen un 
déficit de la inmunidad humoral, como la agammaglobulinemia. La ablación 
experimental de los linfocitos indica que las células T desempeñan un papel 
importante en la prevención del desarrollo de una enfermedad diseminada letal, 
aunque los anticuerpos contribuyen a reducir los títulos de virus en el tejido 
nervioso. Algunas manifestaciones clínicas de la infección por el HSV parecen 
relacionadas con la respuesta inmunitaria del hospedador (p. ej., las opacidades 
del estroma que suelen acompañar a la queratitis herpética recidivante). Se ha 
comprobado que las glucoproteínas de la superficie viral actúan como antígenos y 
son reconocidas por los anticuerpos mediadores de la neutralización y de la 
citólisis mediada por mecanismos inmunitarios (citotoxicosis celular dependiente 
de anticuerpos). En infecciones experimentales, los anticuerpos monoclonales específicos para cada una de las glucoproteínas virales conocidas confirieron 
protección frente al desarrollo ulterior de una enfermedad neurológica o la 
latencia ganglionar. Sin embargo, las vacunas de la subunidad glucoproteínica 
han producido sólo resultados parciales en seres humanos, para disminuir el 
contagio de la infección. Múltiples poblaciones celulares, incluidos los linfocitos 
citolíticos naturales, los macrófagos y diversos linfocitos T, intervienen en las 
defensas del hospedador contra infecciones por HSV, al igual que las linfocinas 
generadas por tales linfocitos. En los animales, la transferencia pasiva de 
linfocitos sensibilizados confiere protección frente a contactos subsiguientes. Para que la protección sea máxima suele ser necesaria la activación de múltiples 
subpoblaciones de linfocitos T, como las células T citotóxicas y las células T 
responsables de la hipersensibilidad retardada. Estas últimas pueden conferir 
protección mediante la liberación, estimulada por antígenos, de linfocinas (p. ej., 
interferones) que pueden tener un efecto antiviral directo o pueden activar y 
potenciar a otras células efectoras específicas e inespecíficas. Cada vez más 
datos indican que las respuestas de las células T CD8+ específicas del HSV son 
cruciales para la eliminación del virus de las lesiones. Además, los pacientes 
inmunodeprimidos con lesiones de HSV frecuentes y prolongadas tienen menos 
células T CD8+ funcionales dirigidas contra el HSV. 
El virión del HSV contie negenes dirigidos a inhibir las respuestas del hospedador; incluyen el gen número12 (US-12), que se puede fijar a la proteína activadora-transportadora celular ([transporter-activating protein, TAP]-1) y disminuir la capacidad que ella tienede ligarse a péptidos de HSV, al antígeno leucocitario humano (human leukocyteantigen, HLA) de clase I, y con ello disminuir la identificación de las proteínas víricas por parte de las células T citotóxicas del hospedador. Este efecto puede superarse añadiendo interferón gamma, pero requiere 24 a 48 h; por 
consiguiente, el virus tiene tiempo de replicarse e invadir otras células 
hospedadoras. La infección previa por HSV-1 no parece reducir la frecuencia de 
adquisición del HSV-2 determinado mediante seroconversión. No obstante, las 
personas con una infección previa por HSV-1 que adquieren el HSV-2 parecen 
presentar una mayor frecuencia de adquisición subclínica. Estos datos sugieren 
que las respuestas inmunitarias específicas de tipo son cruciales en el control de 
la infección por el virus del herpes simple. 

Aspectos epidemiologicos 

Los resultados de estudios seroepidemiológicos han corroborado la existencia de 
infecciones por HSV en todo el mundo. Métodos serológicos con preparados de 
antígeno del virus entero, como fijación de complemento, neutralización, 
inmunofluorescencia indirecta, hemaglutinación pasiva, radioinmunoanálisis y 
enzimoinmunosorbente son útiles para diferenciar entre las personas no 
infectadas (seronegativas) y las que tuvieron en lo pasado infecciones por HSV-1 
o HSV-2, pero no permiten distinguir con certeza entre los dos subtipos víricos. 
Se han creado métodos serológicos que identifican anticuerpos contra proteínas 
de superficie con especificidad por un tipo (epítopos) de los dos subtipos víricos, 
y permiten diferenciar con certeza entre las respuestas de anticuerpos humanos 
a HSV-1 y HSV-2. Los procedimientos más utilizados son los que miden los 
anticuerpos contra la glucoproteína G de HSV-1 (gG1) y HSV-2 (gG2). También 
puede utilizarse un método de inmunotransferencia Western que detecta algunas 
proteínas con especificidad de tipo por virus del herpes simple. 

La infección por el HSV-1 se adquiere antes y es más frecuente que la infección 
por el HSV-2. Más de 90% de los adultos tiene anticuerpos frente al HSV-1 al 
llegar al quinto decenio de sus vidas. En poblaciones de nivel socioeconómico 
precario, la mayoría de las personas adquiere la infección por HSV-1 antes del 
tercer decenio de vida. 

Hasta la pubertad no se detectan sistemáticamente anticuerpos contra el HSV-2. 
Las tasas de prevalencia de estos anticuerpos muestran una relación con la 
actividad sexual anterior y varían notablemente entre los diferentes grupos de 
población. Los estudios serológicos indican que cerca de 20% de la población de 
Estados Unidos tiene anticuerpos frente al HSV-2. En la mayor parte de las 
clínicas obstétricas y de planificación familiar, 25% de las mujeres tiene anticuerpos frente al HSV-2, aunque sólo 10% refiere un antecedente de lesiones 
genitales. Incluso 50% de los adultos heterosexuales que acuden a clínicas para 
atención de enfermedades de transmisión sexual muestran anticuerpos contra 
HSV-2. Diversos estudios y encuestas serológicas han manifestado una 
seroprevalencia de HSV-2 similar o incluso mayor en muchas partes de Europa, 
América Central y del Sur y África. Las tasas de prevalencia de anticuerpos es, en 
término medio, aproximadamente 5% más alta en las mujeres que en los 
varones. Diversos estudios sugieren que gran parte de esta infección 
"asintomática" pasa en gran medida inadvertida, como lo demuestra el hecho de 
que al mostrar a personas "asintomáticas" seropositivas fotografías de las 
lesiones genitales, más de 60% identifica a partir de ese momento los accesos de 
reactivación sintomática. Lo que es más importante, estas personas seropositivas 
asintomáticas con reactivación eliminan virus en sus superficies mucosas con la 
misma frecuencia que los que padecen una enfermedad sintomática. Este gran 
reservorio de portadores no identificados del HSV-2 y la frecuente reactivación 
asintomática del virus desde la vía genital han favorecido la continua expansión 
del herpes genital por todo el mundo. Se ha demostrado que la infección por el 
HSV-2 es un factor de riesgo independiente para la adquisición y transmisión del 
virus de inmunodeficiencia humana (VIH) de tipo 1. En las personas coinfectadas 
pueden eliminarse viriones VIH-1 de las lesiones herpéticas de la región genital. 
Esta eliminación puede facilitar la diseminación del VIH por contacto sexual. 

Las infecciones por el HSV se producen durante todo el año. La transmisión se 
produce por contacto con lesiones ulcerosas activas o con personas sin 
manifestaciones clínicas que liberan el HSV o en las que el virus se replica en las 
superficies mucosas. Los estudios mediante reacción en cadena de la polimerasa 
(polymerase chain reaction, PCR) han demostrado que la reactivación del HSV en 
las superficies mucosas es mucho más frecuente de lo que se pensaba 
anteriormente. En adultos inmunocompetentes, el HSV-2 puede aislarle del 
aparato genital entre 2 y 10% de los días, y el DNA del HSV puede detectarse 
entre 20 y 30% de los días mediante PCR. En las secreciones bucales las cifras 
correspondientes al HSV-1 son similares. Las tasas de liberación son más altas 
durante el año inicial de adquisición de la infección, y pueden alcanzar 30 a 50% de los días durante este período. Los pacientes inmunodeprimidos liberan el HSV 
en las zonas mucosas con una frecuencia incluso mayor (20 a 70% de los días). 
La administración diaria de antivíricos puede disminuir extraordinariamente los 
índices de propagación de las partículas, según se mide por PCR. Los datos en 
cuestión indican que es frecuente la exposición posible a HSV, por contacto 
sexual u otra relación muy cercana (besar, compartir anteojos o cuchillería), y 
que estos índices altos de reactivación en la mucosa son compatibles con la 
propagación interrumpida y la alta seroprevalencia de infecciones por HSV en 
todo el mundo. 

Espectro clinico 

El HSV se ha aislado de casi todos los sitios en vísceras y zonas mucocutáneas. Las 
manifestaciones clínicas y la evolución de la infección por tal virus dependen del sitio anatómico afectado, la edad y el estado inmunitario del hospedador, y del tipo antigénico del virus. Las infecciones primarias por HSV (es decir las primoinfecciones por HSV-1 o HSV-2 en que el hospedador no posee anticuerpos contra HSV en su suero de fase activa) se acompañan a menudo de signos y síntomas sistémicos. Las infecciones primarias abarcan zonas de la mucosa y fuera de ella; en comparación con los accesos recurrentes de la enfermedad, se caracterizan porque los síntomas y el aislamiento de virus desde las lesiones duran más tiempo y también se observa un índice mayor de complicaciones. El período de incubación varía de uno a 26 días (mediana, seis a ocho días). Los dos subtipos virales pueden originar infecciones genitales y bucofaciales, infecciones que son clínicamente indistinguibles. Sin embargo, la frecuencia de las futuras reactivaciones de la infección depende del lugar anatómico y del tipo de virus. La infección genital por el HSV-2 tiene dos veces más probabilidad de reactivarse, y recidiva ocho a 10 veces más que la infección genital por el HSV-1. Por lo contrario, las infecciones bucolabiales debidas al HSV-1 recidivan con mayor frecuencia que las infecciones bucolabiales debidas al virus del herpes simple 
tipo 2. Las frecuencias de diseminación asintomática siguen el mismo patrón. 

Infecciones bucofaciales 

Las manifestaciones clínicas más frecuentes del primer acceso de infección por el HSV-1 son la gingivoestomatitis y la faringitis, mientras que la manifestación clínica más frecuente de la reactivación de la infección por el HSV es el herpes labial recidivante. La faringitis y la gingivoestomatitis causadas por HSV suelen ser consecuencia de la infección primaria, y se observan con mayor frecuencia en niños y adultos jóvenes. Los síntomas y los signos clínicos consisten en fiebre, malestar, mialgias, incapacidad para comer, irritabilidad y adenopatía cervical, cuya duración oscila entre tres y 14 días. Las lesiones pueden afectar al paladar duro y blando, las encías, la lengua, los labios y la región facial. La infección faríngea por el HSV-1 o el HSV-2 suele provocar lesiones ulcerosas o exudativas en la pared posterior de la faringe, en los pilares amigdalinos, o en ambos sitios. Más adelante, y en una tercera parte de los casos, pueden aparecer lesiones en la lengua, la mucosa bucal o las encías. Son frecuentes la fiebre, que dura dos a siete días, y la adenopatía cervical. Puede ser difícil distinguir clínicamente la faringitis por HSV de las faringitis bacterianas, las infecciones por Mycoplasma pneumoniae y las causas no infecciosas de ulceraciones faríngeas (p. ej., síndrome de Stevens-Johnson). No hay ninguna prueba firme que indique que la reactivación de la infección bucolabial por el HSV se acompañe de faringitis recidivante sintomática. 



Infecciones genitales 

El primer acceso del herpes genital primario se caracteriza por fiebre, cefalalgia, malestar y mialgias. Los síntomas locales predominantes son: dolor, prurito, disuria, secreción vaginal y uretral y adenopatía inguinal dolorosa. De forma característica se encuentran lesiones bilaterales muy separadas en los genitales externos (fig. 163-2). Pueden detectarse lesiones en distintas etapas, entre ellas vesículas, pústulas y úlceras eritematosas dolorosas. El cuello del útero y la uretra se afectan en más de 80% de las mujeres con un primer acceso de infección. El primer acceso del herpes genital en los enfermos que han tenido una infección anterior debida al HSV-1 se vincula con síntomas generales menos frecuentes y a una curación más rápida que el herpes 
genital primario. 

La evolución clínica del primer acceso agudo de herpes genital en los enfermos 
con infecciones por el HSV-1 y el HSV-2 es similar, pero el número de recidivas difiere: las tasas de recidiva a los 12 meses entre los pacientes con un primer acceso de infección por el HSV-2 y el HSV-1 son cercanas a 90 y 55%, respectivamente (mediana de recidivas, 4 y <1). La tasa de recidivas en las infecciones genitales por el HSV-2 varía mucho según el individuo y con el tiempo en un mismo sujeto. Se ha aislado el HSV en la uretra y la orina de varones y mujeres sin lesiones genitales externas. En la uretritis sintomática causada por el HSV son características la disuria y 
una secreción mucoide transparente. Se ha aislado el HSV en la uretra de 5% de las mujeres con síndrome de disuria-polaquiuria. En ocasiones puede aparecer una afección genital causada por HSV que se manifiesta por endometritis y salpingitis en la mujer y por prostatitis en el varón. Cerca de 15% de los casos de adquisición del HSV-2 se asocian con estos síndromes clínicos sin lesión, 
como meningitis aséptica, cervicitis o uretritis. 

Panadiso Herpetico 

El panadizo herpético, una infección digital causada por el HSV, puede aparecer como complicación del herpes primario, bucal o genital, por inoculación del virus a través de una solución de continuidad de la epidermis, o por penetración directa del virus en la mano durante una exposición laboral o de otro tipo. Los síntomas y los signos clínicos consisten en la aparición súbita de edema, eritema y dolor local en el dedo infectado. Hay lesiones vesiculosas o pustulosas en la punta del dedo, indistinguibles de las que origina la infección bacteriana piógena. Son frecuentes la fiebre, la linfadenitis y las adenopatías epitroclear y axilar. Pueden producirse recidivas. Es fundamental 
realizar un diagnóstico rápido para evitar la transmisión y un tratamiento quirúrgico innecesario que podría exacerbar el proceso. Suele estar recomendado el tratamiento antiviral. 




Herpes Gladiatorum 

El HSV puede infectar prácticamente cualquier región de la piel. Entre los luchadores se han descrito infecciones mucocutáneas por el HSV del tórax, los oídos, la cara y las manos. La transmisión de estas infecciones se ve favorecida por el traumatismo de la piel durante los combates. Algunos brotes recientes de esta infección han destacado la importancia del diagnóstico y el tratamiento inmediatos, para frenar la propagación de la infección. 

Infecciones oculares 

La infección ocular por el HSV es la causa más frecuente de ceguera corneal en Estados Unidos. La queratitis causada por el HSV se manifiesta por dolor de comienzo brusco, visión borrosa, quemosis, conjuntivitis y lesiones dendríticas características de la córnea. El empleo de corticoesteroides tópicos puede agravar los síntomas y provocar afección de las estructuras profundas del ojoLa curación se favorece con desbridamiento y tratamiento antiviral tópico de interferón. Sin embargo, son frecuentes las recidivas y las estructuras profundas del ojo pueden 
sufrir una lesión inmunopatológica. La queratitis del estroma causada por HSV parece estar relacionada con la destrucción del tejido corneal profundo dependiente de las células T. Se ha propuesto que un factor importante en esta infección es un epítopo del HSV-1 que es autorreactivo con los antígenos corneales para linfocitos T. En recién nacidos o en pacientes con infección por el VIH puede aparecer una coriorretinitis, por lo general como manifestación de una infección por el HSV diseminada. Una manifestación infrecuente pero grave de la infección por HSV y VZV es la 
retinitis necrosante aguda. 

Infecciones del sistema nervioso central y periferico 

La encefalitis por HSV es responsable de 10 a 20% de todos los casos de encefalitis viral aguda esporádica en Estados Unidos. La incidencia se calcula en casi 2.3 casos por millón de personas por año. Sobreviene por igual durante todo el año y su distribución por edades parece ser bifásica, con un máximo entre cinco y 30 años y otro después de más de 50. Más de 95% de los casos se deben 
al subtipo del virus del herpes simple tipo 1. 
La patogenia de la encefalitis por el HSV es variada. En niños y adultos jóvenes la infección primaria por el HSV puede desembocar en una encefalitis; se supone que el virus procedente del exterior llega al SNC por diseminación neurotrópica desde la periferia a través del bulbo olfatorio. Sin embargo, la mayoría de los adultos con encefalitis causada por HSV presenta datos clínicos o serológicos de infección mucocutánea por el HSV-1 anterior al comienzo de los síntomas del SNC. 
En cerca de 25% de los casos estudiados, las cepas del HSV-1 procedentes de la bucofaringe y del tejido cerebral del mismo enfermo son distintas; por tanto, algunos casos pueden obedecer a reinfección por otra cepa del HSV-1 que alcanzó el SNC. Se han propuesto dos teorías para explicar el desarrollo del HSV con replicación activa en zonas delimitadas del SNC en personas en las que los virus aislados en los ganglios y en el SNC son similares. La reactivación de la infección latente por el HSV-1 en las raíces nerviosas autonómicas o del trigémino puede extender el virus hasta el SNC siguiendo los nervios que inervan la fosa craneal media. Por hibridación del DNA se ha demostrado la existencia de DNA del HSV en el tejido cerebral humano obtenido en necropsias, incluso en sujetos sanos. Por tanto, la reactivación de una infección del SNC de latencia prolongada podría ser otro posible mecanismo del desarrollo de la encefalitis debida al virus del herpes simple. 

Infecciones viscerales 

La infección visceral causada por el HSV suele ser consecuencia de la viremia, y es frecuente que se vean afectados muchos órganos. Sin embargo, en ocasiones sólo participan el esófago, el pulmón o el hígado. La esofagitis causada por HSV puede deberse a una extensión directa de la infección bucofaríngea por el HSV al esófago, o bien, puede aparecer por primera vez por reactivación del virus y su diseminación en la mucosa esofágica a través del nervio vago. Los síntomas principales de la esofagitis por HSV son odinofagia, disfagia, dolor subesternal y pérdida de peso. Hay múltiples ulceraciones ovaladas de base eritematosa con o sin placas seudomembranosas blancas. La porción distal del esófago se afecta con mayor frecuencia y, si el 
proceso es extenso, puede haber friabilidad difusa en todo el esófago. Ni la endoscopia ni el examen con bario pueden diferenciar la esofagitis por HSV de la causada por Candida o de las ulceraciones esofágicas producidas por radiación o por lesiones térmicas o corrosivas. Las secreciones esofágicas obtenidas por endoscopia para examen citológico y cultivo son el material más útil para establecer el diagnóstico. La quimioterapia antiviral por vía general por lo común reduce los síntomas y cicatriza las úlceras esofágicas. 
La neumonitis provocada por el HSV es poco frecuente, excepto en enfermos gravemente inmunodeprimidos, y puede ser consecutiva a la propagación de una traqueobronquitis herpética al parénquima pulmonar. El resultado suele ser una neumonitis necrosante focal. También puede producirse una diseminación hematógena del virus desde las lesiones mucocutáneas bucales o genitales, con la consiguiente neumonitis intersticial bilateral. En la neumonitis por HSV es 
frecuente hallar simultáneamente patógenos bacterianos, micóticos y parasitarios. La mortalidad de la neumonía por HSV es alta (>80%) en los pacientes inmunodeprimidos. En los sujetos con síndrome apneico del adulto también se ha aislado el HSV en las vías respiratorias inferiores, pero se desconoce la relación entre el aislamiento de este virus y la patogenia de este síndrome. 
Otras complicaciones aisladas descritas en la infección por el HSV son artritis monoarticular, necrosis suprarrenal, trombocitopenia idiopática y glomerulonefritis. La infección diseminada por el HSV en los enfermos inmunocompetentes es poco frecuente. En los enfermos quemados, desnutridos o inmunodeprimidos puede producirse en algunas ocasiones una diseminación del HSV hacia otros órganos viscerales, como las suprarrenales, el páncreas, el intestino delgado y grueso, 
y la médula ósea. Excepcionalmente, la infección primaria por el HSV en el embarazo se disemina y ocasiona la muerte de la madre y el feto. Este hecho infrecuente suele asociarse a la adquisición de la infección primaria en el tercer trimestre. 

Infeccion por HSV en neonatos 

Entre todas las poblaciones infectadas por HSV, la mayor frecuencia de infección visceral o del SNC se observa en los neonatos (los menores de seis semanas de vida). La tasa de mortalidad global del herpes neonatal no tratado es de 65%, y menos de 10% de los recién nacidos con infección del SNC tendrá un desarrollo normal. Aunque las lesiones cutáneas son las manifestaciones más características de la enfermedad, muchos lactantes no las sufren hasta bien avanzada la enfermedad. La infección neonatal suele adquirirse perinatalmente por contacto con secreciones genitales infectadas en el momento del parto. Se ha descrito la infección congénita de lactantes. En la mayoría de las series, 30% de las infecciones neonatales ocasionadas por el HSV se debe al HSV- 1, y 70% al HSV-2. El riesgo de contraer una infección neonatal por el HSV es 10 veces mayor para el lactante nacido de una madre que ha adquirido recientemente la infección por el HSV que para otros lactantes. Las infecciones neonatales debidas al HSV-1 también pueden adquirirse a través del contacto posnatal con familiares próximos que padecen una infección bucolabial por el HSV-1 sintomática o asintomática, o mediante transmisión en el hospital. Todo neonato en quien se suponga la existencia de herpes (neonatal) debe recibir por vía intravenosa aciclovir (véase más adelante en este capítulo). La quimioterapia antiviral ha disminuido la mortalidad del herpes neonatal a 25%, pero la morbilidad, en particular la de los lactantes con afección del SNC debida al HSV-2, sigue siendo muy alta. 

Diagnostico 

Para establecer el diagnóstico de las infecciones por el HSV son útiles tanto los 
criterios clínicos como los de laboratorio. El diagnóstico clínico puede realizarse 
con seguridad si hay múltiples lesiones vesiculosas típicas sobre un fondo 
eritematoso. Sin embargo, se está comprobando con una frecuencia creciente 
que las ulceraciones herpéticas pueden asemejarse desde el punto de vista 
clínico a ulceraciones cutáneas originadas por otras causas. Las infecciones de las 
mucosas causadas por el HSV también pueden manifestarse como uretritis o 
faringitis sin lesiones cutáneas. Por tanto, se recomienda realizar estudios de 
laboratorio con el fin de confirmar el diagnóstico y orientar el tratamiento 
apropiado. Un método muy bien descrito es la tinción de material obtenido por 
raspado de la base de las lesiones, con colorantes de Wright, Giemsa 
(preparación de Tzanck) o Papanicolaou, para la detección de células gigantes o 
inclusiones intranucleares de infección por virus herpético; no obstante, pocos 
clínicos tienen capacidad para aplicar estas técnicas. Por lo demás, los métodos 
citológicos mencionados no permiten diferenciar entre las infecciones por HSV y 
las causadas por el virus de varicela-zoster. 
La confirmación diagnóstica de la infección por el HSV se efectúa mejor en un 
laboratorio, mediante aislamiento del virus en cultivos hísticos o mediante la 
demostración de antígenos o de DNA del HSV en el raspado de las lesiones. El 
HSV produce un efecto citopático evidente en diversos sistemas de cultivos 
celulares, que en la mayor parte de las muestras puede identificarse 48 a 96 h 
después de la inoculación. El cultivo con centrifugación acelerada y tinción 
subsiguiente del antígeno del HSV ha reducido el tiempo necesario para 
identificar el HSV a menos de 24 h. Con frecuencia creciente se ha utilizado la 
PCR para la detección de DNA de HSV, y algunos estudios señalan que tal cuantificación es más sensible que el cultivo para detectar HSV en LCR y en sitios 
de la mucosa. La sensibilidad del aislamiento del virus varía según la fase de las 
lesiones (mayor en las lesiones vesiculosas que en las ulcerosas), según se trate 
de un primer brote o de un acceso recidivante de la enfermedad (mayor en el 
primer acceso) y según proceda la muestra de un enfermo inmunodeprimido o 
inmunocompetente (más antígeno en los inmunodeprimidos). La confirmación de 
laboratorio permite establecer el subtipo de virus implicado; esta información 
puede ser útil para pronosticar la frecuencia de la reactivación tras el primer 
acceso de infección bucolabial o genital debida al virus del herpes simple. 

En la fase aguda y de convalecencia el suero del enfermo puede resultar útil para 
demostrar la seroconversión durante la infección primaria por el HSV-1 o el HSV- 
2. Sin embargo, sólo un 5% de los pacientes con infecciones mucocutáneas 
recidivantes causadas por el HSV muestran una elevación al cuádruplo o mayor 
del título de anticuerpos anti-HSV en el intervalo transcurrido entre la recogida 
del suero de la fase aguda y el de la fase de convalecencia. Los análisis 
serológicos, en particular los análisis específicos de tipo, deben utilizarse para 
identificar a los portadores asintomáticos de una infección por el HSV-1 o el virus 
del herpes simple tipo 2. 


Tratamiento 

Son múltiples los aspectos de las infecciones mucocutáneas y viscerales causadas 
por el HSV que pueden tratarse con quimioterapia antiviral. El aciclovir y sus 
congéneres famciclovir y valaciclovir han constituido los pilares del tratamiento 
de las infecciones mucocutáneas. Existen diversos antivirales de uso tópico para 
las infecciones oculares debidas al HSV: idoxuridina, trifluorotimidina, vidarabina 
tópica y cidofovir. En la encefalitis por el HSV y en el herpes neonatal el 
tratamiento preferente es el aciclovir por vía intravenosa. 
Todos los antivirales aprobados oficialmente para su uso en el tratamiento de la 
infección por el HSV actúan mediante la inhibición de la DNA polimerasa del HSV. 
Un tipo de fármacos, representado por el aciclovir, está constituido por sustratos 
para la enzima del HSV timidincinasa. El aciclovir, el ganciclovir, el famciclovir y 
el valaciclovir se fosforilan selectivamente a la forma monofosfato en las células 
infectadas por el virus. Las enzimas celulares convierten la forma monofosfato 
del fármaco en la forma trifosfato, que entonces se incorpora a la cadena del DNA 
viral. 
El aciclovir es el fármaco de uso más extendido en el tratamiento de las 
infecciones por HSV y existe en formulación intravenosa, oral y tópica. El 
valaciclovir es el éster valílico del aciclovir y posee mayor biodisponibilidad que 
éste. El famciclovir, el preparado oral del penciclovir, muestra eficacia clínica en 
el tratamiento de diversas infecciones causadas por el HSV-1 y el HSV-2. El 
ganciclovir tiene actividad frente al HSV-1 y al HSV-2; sin embargo, dado que 
presenta una mayor toxicidad que el aciclovir, el valaciclovir y el famciclovir, no 
suele estar recomendado para el tratamiento de las infecciones provocadas por el 
virus del herpes simple. 

Prevencion 
Los esfuerzos por erradicar la enfermedad por HSV en los distintos países, ya sea 
con antivíricos supresores o por medio de campañas educativas, han dado 
resultados muy modestos. 
Los anticonceptivos de barrera, en particular los preservativos, reducen la 
probabilidad de transmisión de la infección por HSV, en particular en las fases de 
eliminación viral asintomática. Cuando las lesiones están presentes, la 
enfermedad puede transmitirse por contacto de piel a piel a pesar del uso de un 
preservativo. Con todo, los datos disponibles indican que el uso sistemático de 
preservativos es una forma eficaz de reducir el riesgo de transmisión genital del 
HSV-2. Resultados de estudios recientes indican que la administración diaria de 
valaciclovir por largo tiempo puede ser parcialmente eficaz para disminuir el 
contagio de HSV-2, en particular en mujeres susceptibles. No se han hecho 
estudios comparativos de eficacia entre el valaciclovir y el uso del condón. 
Muchas autoridades sugieren seguir ambas estrategias. Están en investigación 
algunas vacunas experimentales contra el virus del herpes simple. 

3 comentarios:

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